miércoles, 9 de septiembre de 2015

El ajedrez herrante

No parecía una noche de pleno Julio, estaba a una temperatura templada, casi no era necesario salir con un abrigo, pero por las dudas uno lo llevaba igual, como es característico de la noche el movimiento en la calle era más calmo, sino pregúntenle a los taxistas que van y vienen tranquilamente, son dueños de las calles pasadas las doce de la noche. Entre estas características iba caminando tranquilamente un hombre, con una caja rectangular en sus manos, creo un juego de mesa, si era un ajedrez, era extraño ¿por qué ir a esas horas de la noche con un ajedrez?, un juego de mesa tan pasado de moda en estos tiempos modernos, que en realidad sería más fácil tenerlo en el celular y jugar desde allí, pero no este tipo iba con el juego abajo del brazo y algo apurado parecía.
Gustavo su nombre, un flaco desgarbado algo desprolijo, llego deprisa a un edificio donde bajo a recibirlo una señorita, los dos subieron y se miraban intensamente, ella siempre reía a verlo directamente, el nombre de ella era Joanna, al parecer el juego era algo que ellos compartían, un extraño pasatiempo para dos personas jóvenes en la era del internet.
Gustavo era el que tenía más conocimientos del juego y al parecer había tomado de aprendiz a Joanna, que solo conocía los movimientos básicos de las piezas, sin embargo en las primeras partidas los movimientos de Gustavo eran torpes y sin sentido casi como si quisiera perder a propósito, mientras la partida transcurría hablaban de sus vidas y cosas sin sentido o de cosas que parecen no tener sentido no lo sé, acompañados de cerveza claramente unos de los inventos de las humanidad más civilizados. Ella tomaba muy lentamente de su vaso mientras que el tenia las costumbre de tomar más de prisa por lo menos los primeros tragos ,  en la primera partida cometió crasos errores que Gustavo advirtió pero dejo pasar, algo en Joanna hacia que Gustavo no quisiera ganar, e ir en contra de su naturaleza competitiva ya que era de esos tipos que clamaban frases del estilo “Mira que a mí no me gusta perder ni a la bolita” y era cierto, pero al parecer en esta ocasión se olvido de eso , además  ella que no era ninguna estúpida y se dio cuenta no tardo en arremeter con un contundente “Pero no te dejes ganar así no vale”, esto causo la risa de los dos la partida siguió su curso y Gustavo no hizo caso del reto de Joanna y se dejo ganar. Joanna no pudo disimular su pequeña alegría de haber ganado, para Gustavo eso era recompensa más que suficiente para traicionar su cultura competitiva, “te dejaste ganar” dijo Joanna, “No estás loca vos” dijo Gustavo con gran sarcasmo, ella se rio, pero no le dio la revancha esta vez.
La segunda noche que se vieron Gustavo y Joanna el parecía, y solo parecía, más calmo, de nuevo la misma secuencia subieron mientras hablaban de sus días, el armaba el tablero y ella servía la cerveza, en esta ocasión Joanna no tardo en tomar la iniciativa y replicarle a Gustavo “Esta vez no te dejes ganar, pero  también enséñame primero sino no vale”, “Bueno” dijo Gustavo, que le explico ciertas aperturas de las piezas blancas y jugadas convenientes, así como el enrroque y otros conceptos, cuando termino dijo “Bueno empecemos” Joanna dijo “¿Nada mas? ¿Eso solo tengo que saber?” “Si, es lo básico después es práctica, tampoco nunca es bueno saber demasiado de nada” dijo Gustavo. Esta partida fue para Gustavo, esta vez jugo a ganar, aunque fue más reñida de lo que le hubiese gustado, Joanna algo había aprendido, luego de esto jugaron otra partida, que nunca terminaron se perdieron uno en el otro hablando, los movimientos de los peones, caballos, torres pasaron a segundo plano mientras que las palabras entre ellos se intensificaron hasta el punto que el ajedrez paso a ser solo una excusa para verse uno al otro. A veces Gustavo inventaba historias con las piezas como muñequitos, historias quizás basadas en anécdotas de su vida que hacían a reír a Joanna, era un adicto a la risa de ella que si bien Joanna le había confesado era de risa fácil, a él no le importaba. Viendo las historias que inventaba Gustavo de algo se puede estar seguro, su interés ya no estaba en el tablero en lo mas mínimo, sino en Joanna, ya poco le importaba que jugada haría para lograr el jaque mate, solo le importaba que Joanna estuviera del otro lado, a veces no entendía porque pero así era, cada movimiento de piezas era una excusa para hablarle y sacarle una sonrisa con algún comentario, su color favorito, su canción favorita.
Un día lo fui a buscar a Gustavo y le pregunte porque iba a jugar al ajedrez a lo de Joanna, a lo que me contesto  “Empezó como algo para hacer si estaba aburrido un pasatiempo, pero se ha ido tornando algo mas por lo menos para mí, ya no solo me interesan las jugadas hechas, que pieza comeré etc. Algo me impulsa a querer ir a verla”
Mi segunda pregunta fue ¿Qué es eso que te impulsa a ir? ¿Qué sientes cuando tomas el tablero y sales caminando de tu casa a la suya? A lo que me contesto
“Miedo siento mucho miedo, miedo porque ya me ha atrapado y me gusta, miedo de sentir cosas que no sean correspondidas, miedo que se aburra de mi y del ajedrez, miedo de que todos mis miedos terminen alejándola, porque a veces estúpidamente entre líneas los manifiestos y no sé si ella se da cuenta, pero también tengo miedo que se dé cuenta y desencadene lo anterior que te he dicho”
Pero hombre ¿si tienes tanto miedo porque vas? No te entiendo.
“Por que más miedo, me da la soledad que se parece demasiado a la tristeza ,ella (la soledad) ya hace un largo tiempo custodia mi puerta y no se ha movido un solo centímetro, algo me mueve a querer saber de ella, he ir a verla, nace del mismo lugar de donde nacen esos miedos, ahí en el centro del pecho y voy porque me he dado cuenta de una cosa, pero prométeme que nunca se lo dirás, porque también tengo miedo que eso la asuste, detrás al fondo del pecho detrás de los innumerables miedos, hay una pequeña esperanza de que quizás y solo quizás ella también sienta algo ese mismo impulso por mí, y quizás solo quizás eso me salve de todos mis miedos, y aliviane mi pecho”.